Tenemos el cuartel general en la casa paterna de Tierra Estella, en Navarra,pero vivimos en Gipúzkoa, al lado de Alava y a 20 minutos de su capital Vitoria- Gasteiz, una ciudad que me encanta desde pequeña cuando me llevaban con ellos mis tíos que no tienen hijos ; de joven viví algún tiempo las noches y los días vitorianos, pero eso es otra historia. La que hoy nos ocupa es lúdica-gastronómica y tiene lugar, si, en Vitoria-Gasteiz, en el restaurante del hotel Ciudad de Vitoria.
Allí aterrizamos, mi pareja y yo, un mediodía más que nublado negro, después de andar sus parques, ciudad verde, maravillosa Vitoria; el hotel está muy cerca del parque de la Florida, en el corazón de la ciudad. Y allí nos recibieron a las mil maravillas. La cafetería es muy agradable y el paso al restaurante es relajante, acogedor, con una iluminación perfecta , grandes ventanales tamizando la tormenta, y unas butacas y sillas de cuero marrón que después no me quería levantar, preciosas y comodísimas.
El servicio, de 20; atentos, simpáticos, correctísimos pero nada de cargantes, muy profesionales con sus guantes blancos, rápidos y silenciosos en sus movimientos por el salón, muy buenos, como la comida que nos ofrecieron, una selección de sus platos más exitosos.
La vajilla blanca, cada plato más grande y más bonito que el anterior.
De aperitivo, sacaban a todas las mesas guacamole con pan libanés:
el pan, un kirrískarrás sin más, el guacamole buenísimo.
Para beber un rosado navarro, bien frío, y en su cubitera:
El pan, casero y recién horneado, muy bueno:
Dados de salmón y yogur al limón con sopa fría " Green " de hierbas:
partiendo de que no soy de salmón crudo, bueno; lo mejor cuando la camarera va echando con una jarrita la deliciosa salsa alrededor de los tacos.
Huevo de caserío cocinado a baja temperatura con crema montada de setas y trufa negra, uno de los platos estrella de la casa según nos dijeron al servirlo; te presentan el plato sólo con el huevo y 2 trocitos de seta, después vierten la salsa caliente delante de ti.
Realmente bueno, tengo que conseguir hacer esta receta; creo que el huevo cocinado a baja temperatura tiene su pleno sabor, hablamos de huevo de calidad, claro, campero, de caserío, de las gallinas de mi padre o como le queramos llamar. La crema de setas y trufa, de fábula, así que lo dicho, tengo que hacerlo en casa y lo contamos aquí, sea cual sea el resultado.
Arroz cremoso de moluscos con jugo de bogavante, café y curry.
Muy sabroso, pero como esos arrocitos que hacemos en casa, cuando sale sabroso,claro. La espuma que se ve al fondo era como comer aire.
Navajas abiertas con bulgur al cilantro, limón y gazpacho de cerezas aireado.
Fantástico, aunque lo primero que pensé que mejor fresas que están de temporada, no?, pero muy rico, un saborazo a mar con el contraste de las cerezas, sí, sabía a cereza, y el bulgur que nunca había probado, me encantó, se tiene que notar que soy de Tierra Estella, tierra de olivos, de viñas, de espárragos y de cereal, mi padre es agricultor y toda la vida ha sembrado cebada y trigo! ; pues el bulgur es trigo cocido,secado y partido. Otra cosa para experimentar porque era un acompañamiento ideal, bastante aromatizado de ajo por cierto.
Presa de ibérico con jugo acidulado y berenjenas con su caviar.
El plato alargado era maravilloso, como toda la vajilla que nos sacaron, todos los platos eran distintos y a cual más bonito pero, ay, que les pedí bien hecho porque el cerdo ya se sabe, y estaba un poco seco, luego la pincelada acidulada estaba tan asentada como en un cuadro y no había manera de mojar ahí el pan tan rico; la berenjena punto y aparte.
Adoro la berenjena y dije " esta es la mía ", porque en casa no gusta y apenas la cocino, pero mi gozo en un pozo, las 2 lonchas de berenjena ultrafritas eran insípidas y dentro, en la base que las sostenía, estaba su caviar, su carne que me encanta pero sabía mal; no dije nada porque estábamos de invitados.
Trufas hechas en casa con crema de cacao y helado de frutos rojos.
El chocolate no me vuelve loca,aunque reconozco que muchas noches saboreo una pastilla o dos mientras leo en soledad ; estaba de vicio; el helado fantástico, lleno de sabor a frutos rojos que al mezclarse con la trufa eclosionaba en el paladar y hasta en el alma.
Vale, que me gustó.
Infusión de piña con helado de coco, chocolate y granizado de ron.
Muy refrescante para terminar una comida pero sin más; me recordó al zumo de piña en lata y no sabía casi a coco el helado y nada a ron el granizado.
Para terminar, un té riquísimo, en una tetera preciosa que pesaba un quintal.
El regusto final es más que agradable y recomendable; la atención y el ambiente, la comida, el enclave, la lluvia en Vitoria-Gasteiz, todo se puso de mi parte.
Salud amig@s!!